jueves, 26 de mayo de 2011

¿Por qué no dejaremos a Dios ser Dios?

¿Qué fácil sería?
Todo lo demás vendría por añadidura.

Pero ¿cómo?
Si Dios es Padre y padre-madre misericordioso, sólo es posible concederle su deseo de serlo si nos situamos ante él pequeñas, frágiles, dependientes... Criaturas, HIJAS, es decir lo que somos y como somos, porque sólo siendo nosotras mismas en nuestra justa medida hace posible a Dios ser Dios en su justa medida.

¡Qué paradoja la de Dios!
- Nosotras pequeñas ante ÉL
- Él grande ante nosotras

Su reacción y respuesta cuando le dejamos ser lo que es, Dios
- Él se hace pequeño, cercano y accesible: Hijo, pan,cruz...
- y a nosotras nos hace grandes, desbordadas,asombradas: hijas amadas, Adoradoras y reparadoras

¿A qué estamos esperando?

(a ti también, cada uno ponga el género que le corresponde, aunque si Dios es padre- madre, también vosotros podéis ser Hijas)

domingo, 22 de mayo de 2011

Con tan sólo 22 días de postulantado... disfrutar de este largo testimonio...

Para mi la sensación ha sido como aquella que experimento cuando estoy sobre un acantilado y tengo que saltar para alcanzar el mar… Aunque pudiendo tener miedo de lanzarme porque podría hacerme daño, podría resbalar, el agua podría estar demasiado fría, a un cierto punto, e inevitablemente es un momento de instinto y basta, empujo el cuerpo adelante y ya… no perteneces más a la tierra y todavía no perteneces al mar… es un vértigo que es hermano del volar. Esto ha sido lo que he experimentado cuando mi mano ha dejado resbalar la carta de admisión al postulantado en el buzón… Ya no eran meras palabras, ya dejaban de ser discursos sobre discursos, era realidad y dejaba de ser mía.

He tratado en aquellos momentos de escuchar cada movimiento interior pero luego me he acordado que el Señor habla en la brisa y tiene su tiempo, así han pasado los días y, no obstante sabiendo que todavía tenía que seguir tantos pasos difíciles, había una ligera sonrisa en mi cara y no podía hacer nada, la sonrisa de quien sabe estar andando adelante por su camino, de estar creciendo en la verdad de si mismo con Él.

Dejar es difícil, mucho, empiezas a mirar todo como si fuese la última vez aunque en realidad no vaya a ser así; el tiempo con tu familia, el tiempo con tus amigos, decir las cosas no dichas, escuchar aquellas nunca oídas… a veces son como cuchilladas, otras como alivio para el corazón; para muchas de estas la única cosa a hacer es aprender de María y guardar todo en el corazón. También ahora, te empiezas a dar cuenta que siempre habrá alguien que tenga algo que decir, en el bien o en el mal, sobre tu elección, pero la única voz que contará más que todas las otras será aquella de Aquel que te llama a salir fuera y vivir, de aquel Jesús que un día ha encontrado tu mirada y te ha despertado aquello que estaba dormido, que te ha hecho capaz de ver la vida con ojos nuevos, que te ha ampliado los horizontes como nunca nadie ha sido capaz de hacerlo.

Vuelvo a pensar en los caminos por los cuales Él me ha dirigido, hago memoria cada día de mi historia, pienso en las palabras de Juan Pablo II, ahora Beato, en la JMJ de Roma del 2000 y a aquella frase que ha rasgado un velo en mi: “Es a Jesús a quien buscáis cuando soñáis la felicidad; es El quien os espera cuando no os satisface nada de lo que encontráis; es El la belleza que tanto os atrae; es El quien os provoca con esa sed de radicalidad que no os permite dejaros llevar del conformismo; es El quien os empuja a dejar las máscaras que falsean la vida; es El quien os lee en el corazón las decisiones más auténticas que otros querrían sofocar. Es Jesús el que suscita en vosotros el deseo de hacer de vuestra vida algo grande, la voluntad de seguir un ideal, el rechazo a dejaros atrapar por la mediocridad, la valentía de comprometeros con humildad y perseverancia para mejoraros a vosotros mismos y a la sociedad haciéndola más humana y fraterna.” No podía permanecer indiferente, estaba hablando conmigo, me estaba pidiendo alguna cosa, era tan evidente como la multitud que tenía delante de mí.

El compromiso en la Iglesia a través de los grupos aci ha sido mi primera respuesta junto al escoger una carrera universitaria que pusiese al servicio de los demás aquello que intuía pudiese ser mi talento y he escogido psicología, no sabia en aquel momento que aquella no era solo una parte de mi vocación pero un pedazo esencial en el mío crecer como mujer de reparación del corazón roto de Cristo y de los hombres.

En tantos momentos lo he dado por perdido porque pensaba no estar preparada, pero la verdad es que el pensamiento de “darlo todo” no lo he abandonado nunca, los años pasaban, la experiencia mía de joven veinteañera también, sin embargo sentía siempre alguna cosa incumplida, insuficiente… Debía tomar en serio esta inquietud constante, tenía que aclararme y reconocer Su voz en medio a todas las otras voces que tenía dentro… Tenía que tomar una decisión.

En tantos momentos de este largo recorrido de discernimiento he pensado que nunca llegaría a una conclusión, que nunca habría encontrado aquello que los otros me decían ser el momento justo, aquello en que el fruto se separa por si solo del árbol al primer toque, he tenido miedo de que ese momento hubiese pasado y yo hubiese caído al suelo sin remedio.

Existe siempre la posibilidad de negar la evidencia, somos libres también en esto, pero también conmigo que soy una que da vueltas a la cabeza, el Señor ha encontrado su manera de hacerse presente, para sostenerme… poniéndome al lado personas libres que me han acompañado y dejado tiempo y espacio para dar voz a todos los miedos, despejando el campo para dejar solo el Centro.

Mi decisión ha estado tomada y puesta en duda muchas veces, pero ha sido verdaderamente madurada cuando he dejado de pensar que los miedos tuviesen que estar todos resueltos y entonces, he pasado en medio a ellas porque para mi no son un motivo suficiente para no seguir a Jesucristo que te llama a compartir su vida y misión. Todos los amores humanos tienen un lado oscuro, no conocido, y es imposible pensar en tenerlo todo claro inmediatamente; yo he sentido claro que ya no era el tiempo de hablar sino de vivir.

Vale si, esto estaba claro en mi cabeza y en mi corazón, pero mi familia… mi familia no sabia nada. Yo soy siciliana y dicen que en el sur los lazos son mas “vinculantes”; poner fuera todo el corazón y dejarlo a merced de la imprevisible reacción de los otros no es para nada fácil y, por mucho que digan que con el tiempo la familia comprende este tipo de elección, hay evidentemente un tiempo en el cual no la comprenden y esto es lo que yo estoy viviendo desde hace un año y medio hasta hoy.

También en este caso, aquello que pensaba ser un momento que no llegaría nunca, hablar con mi padre en particular, ha llegado, cada uno encuentra su modo, su tiempo, sus palabras, yo solo he respondido la pelota al rebote de una pregunta hecha por mi padre una hora después de haber hecho mi examen final para ser psicóloga: “¿quieres hacer la escuela de especialización?” y la respuesta “no, he pedido entrar en las Esclavas”, a estas han seguido otros discursos pero no muchos; me doy cuenta de que yo puedo solo contribuir a la comprensión de ellos tratando de vivir al máximo mi vocación y dejando que el Señor hable con ellos. Aquello que hoy esta roto en mi y en ellos será reparado, aquello que esta dividido será reconciliado, y esta es una certeza de fe que me ha hecho posible vivir todo esto.

Esta ha sido una Pascua toda particular para mi, faltaban solo dos semanas a mi ingreso en postulantado, como nunca, me he sentido unida a Cristo pero al mismo tiempo he pensado que aquello que estaba haciendo no era nada ante todo este amor hasta dar la vida que Él me ha regalado, he pensado que el mío era efectivamente solo un pequeño paso para meterme en las condiciones de ser como Él y aprender a dar la vida de verdad cada día.

“Estoy en casa” esto he pensado cuando he puesto el pie en la portería de las Esclavas en Roma y toda la ansiedad, la tristeza, el saludo difícil con mis hermanos y con mi padre en el aeropuerto se ha desvanecido en una sonrisa; mi madre me ha acompañado para la entrada en postulantado y también quien me ha crecido en estos doce años de camino de fe, quien me ha acompañado en mi discernimiento y quien, aunque desconocido, me ha escrito mensajes de tantas partes del mundo para darme la bienvenida en esta nueva Familia.

El primero de mayo he entrado en el postulantado de las Esclavas con las palabras de Juan Pablo II: “No tengáis miedo a abrir de par en par las puertas a Cristo”, esto es lo que me ha permitido estar aquí hoy escribiendo estas líneas… Ya no soy solo Giorgia, sino Girogia la postulante y tengo todavía que habituarme a esto, aquello que sé y vivo es que “sé en quien he puesto mi confianza”, que duermo serena por la noche, que cada día encuentro lugar de encuentro con Él allí donde no pensaba y que aquello que no entiendo puede tener el tiempo de decantar con paz.

Vivo en la casa de Jesús y de Santa Rafaela María, me parece un buen lugar para “postulantar”!

Giorgia Laudani

viernes, 20 de mayo de 2011

Mujer apasionada donde las halla...

Si algo sé de teología es fundamentalmente debido a dos grandes regalos que el Señor me ha hecho en mi vida...
Uno de ellos fue la oportunidad de construirla entre pasillos y conversas, entre quejas, rebeldías, risas y confidencias, paseos y silencios, hombros y corazón, con compañeros que un día lo empezaron siendo de estudios, después compartimos trabajos pastorales, y hoy lo son de camino y de seguimiento de Jesús...
Pero el primer gran regalo fue la oportunidad de poner los cimientos, las bases y la estructura de la mano y vida de una gran mujer, una apasionada del seguimiento de Jesucristo, con arraigo en ÉL y suelos, horizontes y esperanza igualmente en ÉL, ¡Y que bien lo sintetizaba, ¿quién no recuerda esos esquemas?
Carmen Cadenas, qué institución, qué hermana, qué sabia, qué apóstol, Qué risas cuando nos tocaba hablar de la escatología y la muerte... cómo se reía del pánico que me producía, ¡cuanto nos hizo leer, escribir, reflectir...!
Hoy la imagino mirándole cara a cara, dejando que fluyan tantos sentimientos y confidencias expresadas y contenidas, tanta pasión derrochada y hoy devuelta.

Hoy Carmen te imagino ante el Señor de tu Vida, en silencio o hablándole mucho... todo es posible, pero feliz, ¡dichosa tú que te fiaste siempre!
Ahora enséñame a vivir con esa pasión hasta el final, intercede por mí, intercede por todas tus hermanas y contágianos tu teología, tu Palabra de Dios
¡Gracias!

... entró, vio y hoy nos lo cuenta después de 13 años...

Entré en el postulantado con 22 años, un 4 de octubre de 1998, ya hace casi 13 años y aún recuerdo con gratitud lo vivido durante ese año. En aquel momento no era consciente de lo que realmente estaba viviendo, es ahora cuando al mirar atrás puedo confirmar que aquello que está escrito en nuestras constituciones se va haciendo vida en el día a día de todo un año de preparación al noviciado.

1.-“Profundizar su experiencia de vida cristiana”… nací en Cádiz, en el seno de una familia cristiana y me eduqué en el colegio de las Esclavas. Tanto en mi familia, como en el colegio fui educada desde el corazón. Mis padres fueron los primeros que me hablaron de Dios a través de sus palabras, pero también de sus actitudes y su manera de educarme. El colegio me ayudó a seguir profundizando y definiendo la imagen de Dios que yo tenía en mi cabeza y bajarla al corazón. Con el tiempo y tras distintos acontecimientos, la vida me llevó a experimentar a un Dios que era madre, que me cuidaba, que me amaba con predilección y que daba sentido a mi vida: el Dios de los grandes horizontes, el Dios que a pesar de las dificultades de la vida, de las situaciones de dolor, de la enfermedad que contemplaba en el hospital dónde hacía prácticas para llegar a ser médico, era un Dios que salvaba, que curaba, que no cerraba puertas, si no que convertía lo “insalvable” en espacio sagrado de encuentro con Él, con su perdón y con su sanación.

Durante la etapa del Postulantado, pude retomar de nuevo esta experiencia, volver a la raíz de mi “ser cristiana” y preguntarme de nuevo: ¿yo, para qué estoy aquí?... ¿y Tú, Señor, para qué me has llamado?, ¿no te basta con que sea cristiana sin más?, ¿no te basta con que forme una familia, y viva mi cristianismo comprometida en la sociedad?, ¿no te basta con mi deseo de hacer de mi vocación médica no una oportunidad para ganar dinero, sino un espacio para que otros se encuentren con tu sanación?...¿no puedo ser yo igual que mis amigas?, ¿no me has llamado tú a ser médico, por qué ahora me pides que lo deje todo?... ¿no te basta que haga voluntariados?.. y no, a Dios no le bastaba con eso, Él quería que mi modo de estar dentro de la Iglesia y de la sociedad fuera consagrándome a Él como Esclava.

Quizás la palabra consagración suene muy rara en los tiempos actuales, algo anticuada o cursi, sin embargo, para mí, ser consagrada supone el regalo más grande que Dios me ha dado: su deseo de pertenecerle, de elegirme gratuitamente y mi respuesta de entregar toda mi vida a Él y a su misión de reparar lo que “está roto”. Así fue como en el postulantado, pude vislumbrar un poco más de cerca lo que esto podía significar para mi vida e ir dando pequeños pasos para que esto se hiciera realidad: ser cristiana, sí, eso lo tenía claro, pero cristiana-Esclava, para seguir a Jesús, para “vivirle”, para optar por lo que Él optó, para “acompasar” mi corazón al Suyo.

2.-“Conocer el Instituto vivencialmente…” así fue, no es lo mismo mirar “los toros desde la barrera” que estar dentro del ruedo. No es igual imaginar en tu cabeza lo que vas a hacer, el cómo vivirás, lo que puede significar ser “monja”, que empezar a vivir en una comunidad y en el día a día aprender como discípula de cada una de las hermanas con las que vives qué significa eso de ser Esclava.

Tuve la gran suerte de realizar mi postulantado en Cañete de las Torres (un pueblo de Córdoba), en una comunidad de 6 hermanas y otra postulante… y junto a nosotras un grupo de 11 niños, de distintas edades, que vivían con nosotras, en régimen de acogida, pues provenían de familias desestructuradas y con muchas dificultades.

Y conocí al Instituto… ¡vaya que sí!... conocí el rostro de un Instituto que se encarnaba en las hermanas de la comunidad dónde yo vivía, en esas hermanas que llevaban años en la Congregación y aún seguían dando la vida, en esas hermanas que me enseñaban que el amor es gratuito y es lo único por lo que merece la pena dar la vida…

Y conocí al Instituto a través de la formación que iba recibiendo… ¡cómo recuerdo las clases de “teología” de la hermana Carmen Cadenas, o las reuniones de formación con la que era mi formadora, Ana Sánchez, en las que comentábamos nuestras dificultades e interrogantes e íbamos aprendiendo y absorbiendo como esponjas lo que podía significar ser Esclavas…

Y conocí al Instituto en su misión cotidiana, a través de los niños con los que vivíamos, del cariño y la espontaneidad de una vida sencilla y dedicada al servicio de los más pequeños…

Y aunque aún sigo conociendo al Instituto en el rostro de las hermanas con las que he ido compartiendo mi vida a lo largo de estos años, el postulantado fue la puerta de entrada para aprender a querer desde el corazón a la Congregación y para descubrir que este era mi lugar y no otro.

3.-“Adquirir una mayor conciencia de la llamada de Dios”… y así, en lo más sencillo y cotidiano, en la oración callada, en los ratos de adoración, pero también en la tarea de cada día, fui descubriendo con mayor conciencia que Dios me llamaba a estar con Él y seguirle.

Antes de entrar en el postulantado yo había conocido el amor, un amor humano, quizás limitado, como todo lo humano, pero que me había hecho comprender que por amor era posible dar la vida y que realmente se podía creer en el amor. En el postulantado conocí más de cerca otro amor, el del corazón de Jesús y deseé ir con Él a “curar toda enfermedad y dolencia”.

Es cierto que no todo fue fácil: dejar a la familia, los amigos, mi ciudad natal… abandonar la medicina (¡algo tan querido para mí!), empezar a vivir en comunidad, con personas tan diferentes a mí, y de distintas edades… optar por una vida “casta, pobre y obediente” (“acostumbrada a hacer con mi vida lo que quería”)… sin embargo, fue ese corazón de Jesús el que me hizo comprender que la pérdida se convertía en ganancia:

-El lazo familiar fue aún más fuerte y experimenté la fidelidad de la amistad…

-Con el tiempo terminé la carrera de medicina, y pude ir a ÁFRICA, dónde volví a encontrarme con el Dios de los grandes horizontes que me llamaba a ser instrumento de su sanación.

-Y todo con compañeras de camino… la vida comunitaria se convirtió en vida de familia, lugar dónde compartir misión, vida y vocación.

-El voto de pobreza me posibilitó dejar más sitio a Dios en mi vida

-Experimentar la obediencia me llevó a comprender que sólo así podía ser libre para la misión

-Y vivir la castidad me ayudó a experimentar la fecundidad del amor que no tiene fronteras.

Ahora, después de casi 13 años de vida religiosa, y casi dos años después de haber hecho mi profesión perpetua, puedo expresar con alegría, que soy feliz, que no cambio mi vida por nada, y que me siento afortunada del regalo de la vocación de Esclava. Muchas cosas me han ayudado en este camino, el postulantado fue el lugar dónde poner los cimientos a partir de los cuáles ir construyendo una vida anclada en Cristo Jesús.

H. Isabel Fdez

lunes, 16 de mayo de 2011

¡Entra, ven y lo verás...!

Desde la llamada o inquietud vocacional a la respuesta, al Sí, al ¡me lanzo!, al ¡qué locura pero allá voy!... pasa un tiempo en el que se da un proceso de discernimiento, es decir de diálogo y relación entre dos voluntades, dos lenguajes, dos libertades... la del que llama y la de quien responde.
Un proceso que depende de cada cual, depende de dicha relación y en el que se juega todo: lo que tengo, lo que soy, lo que sueño, lo que Él me regala, lo que Él ES, lo Él que sueña... y todo mediado por lo que la Congregación es y sueña para el mundo....
Un proceso que cambia de dirección cuando se opta, se elije, se dice SI.

¡ENTRA, VEN Y LO VERÁS!
Y la congregación te acoge bajo su bandera y comienzas la primera etapa de formación y vida religiosa:

POSTULANTADO: ESPACIO PARA PONER CIMIENTOS

Dicen nuestras constituciones, que el “postulantado es un tiempo que prepara para el noviciado y que a las postulantes se les ofrece la posibilidad de profundizar su experiencia de vida cristiana, conocer el Instituto vivencialmente y adquirir una mayor conciencia de la llamada de Dios” (C. 88)

Esto dicen pero... ¿cómo y qué se vive?

(continuará con distintas experiencias de esclavas que tratarán de expresar qué y cómo vivió esta primera etapa... PACIENCIA!)

jueves, 12 de mayo de 2011

Ya lo sé...

El corazón sonríe porque vive
Es decir su estado natural es el continuo movimiento entre contracción (para expulsar y contagiar la vida que contiene) y dilatación (para relajarse recibiendo la vida regalada).
Es decir su estado natural es el continuo movimiento entre dar y recibir (darse y recibirse), entregarse y compartir, salir y bajar, soltar y abrazar, agacharse y levantarse.
Es decir su estado natural es el continuo movimiento entre Amar, ADORAR y servir.
Con tanto movimiento, con tanta vida, con tanta fluidez... ¡como no sonreír!

lunes, 9 de mayo de 2011

¿Por qué a veces el corazón sonríe?

¿Por qué a veces el corazón sonríe?
Sin razón presente ni aparente, sin motivos o posiblemente con multitud de ellos pero tan emborronados y abandonados que pierden fuerza o se la restamos, sin rechazarlo, sin forzarlo, sin buscarlo, sin entenderlo, sin controlarlo.
Si lo piensas no encuentras respuesta, si lo dejas no te deja, si lo miras te contagia, si lo escuchas te serena, si lo abrazas te sorprende, si lo gustas lo sientes y si lo sientes ¿para que preguntarse por qué?
Déjalo sonreír y vívelo