jueves, 17 de diciembre de 2009

Semana 4ª de Adviento

Este tiempo de adviento hemos intentado poner a punto nuestra sensibilidad y nuestros sentidos, nuestra manera de tocar, de escuchar y decir, de oler y captar, y través del cuidado de nuestras manos, del oído, de nuestros labios, y olfato para que Él, hoy, de nuevo, y especialmente este año, se encarne en cada uno de ellos, los bendiga, y sostenga. A través de nosotros, de todo nuestro ser, nuestra corporalidad, nuestros sentidos y afectos Dios quiere hacer llegar la Buena Noticia a los demás,

Esta última semana de Adviento veremos transformada
Nuestra mirada

¿Qué queremos hacer con ella?
Sabemos, porque lo hemos experimentado en multitud de ocasiones, que hay miradas que matan y miradas que salvan y dan vida, miradas que aprisionan y miradas liberan, miradas que estresan porque no se están quietas y no miran, miradas que no escuchan, no tocan ni se acercan, miradas que hablan de desesperación, de aburrimiento, de impaciencia, miradas que te condenan, miradas que huelen a rancio, a mediocre… a “no tengo tiempo”…

Si este tiempo de adviento nos hemos dejado refrescar por el Espíritu, quitar el polvo que anquilosa nuestros movimientos, purificar el olor que desprendemos, afinar nuestro oído, e hidratar nuestro tacto… si nos hemos dejado… hacer por el Espíritu, entonces para, contempla tu corazón, y te sorprenderás de tu mirada. También quiere Dios hacer llegar la Buena Noticia a través de ella.
Si dejamos que el Señor mira a través de nuestros ojos, seremos capaces de ir más allá de lo que es apariencia, del escaparate al sótano, y disculpar, salvar, conquistar, seducir, serenar, alentar, acompañar… como María.
Las lecturas hoy nos hablan de ello, María la mujer que, portando la vida, se la juega, sale, se pone en camino, y VISITA, provocando gozo, seguridad, apoyo, esperanza.
A través de nuestra mirada llega la de Dios al mundo ¿te vas a resistir?

¿CÓMO VOY HACERLO?
Durante esta cuarta semana de adviento se nos invita por tanto a vivir afinando la vista, nuestra mirada, atentos a reconocerla cambiada, porque Dios desde lo más pequeño, y auténtico de nosotros mismos la va transformando poco a poco, cada día.


- Cada mañana al despertar piensa en tu capacidad de mirar, en todo lo que hoy puedes hacer, decir, ser sólo con la mirada, con tus ojos, y pregúntate ¿cómo voy hacerlo?
o Pide al Señor se haga presente y te ayude a mirar dónde Él mira cómo Él mira,
o Pregúntate ¿de qué hablan? ¿Qué quiero que digan? ¿Qué quiero que lean en ellos los que se acerquen hoy? ¿a quién debo mirar hoy con espacial atención, delicadeza, y ternura? ¿a quién con perdón y reconciliación?
o Y nuevamente pido al Señor “no permitas que me separe de ti, y que fijos los ojos en ti, mire donde Tú quieres como Tú”

- Cada anochecer ofrezco al Señor todo observado, contemplado, captado con la nueva sensibilidad, a cada persona y acontecimiento y lo deposito en Él para que lo proteja y bendiga: “Padre en tus manos encomiendo mi vida, mi ser, mi querer, mis sentidos, afectos y potencias Le doy gracias por las miradas que he sido capaz de dirigir y han sido salvación, serenidad, le doy gracias igualmente por las miradas que he recibido, las buenas para aprender y bendecir, las menos buenas para justificar, perdonar y salvar. Y dejo que brote en mí un palabra de perdón, de vergüenza y confusión ante las miradas condenatorias que no he sido capaz de controlar, y pide María que interceda por ti.


VEN SEÑOR JESÚS! a mis ojos, y hazlo como los tuyos, sensibles, que levanten siempre, que sean descanso y hallen en ellos tu misericordia, tu presencia que me habita. Haz de mi mirada BENDICION

No hay comentarios: